Defensa del PSOE: ¿Lealtad o ceguera política?

La defensa incondicional del Gobierno del PSOE: ¿Lealtad o ceguera política?

En España, la defensa a ultranza del Gobierno del P$x€ por parte de cierta militancia «cortomental» ha llegado a un punto que invita a la reflexión. A pesar de las polémicas, los escándalos y las políticas cuestionables, hay quienes insisten en justificar cada decisión del Ejecutivo, incluso cuando estas parecen contradecir los principios históricos del partido o el bienestar de la ciudadanía. ¿Qué lleva a estas personas a cerrar los ojos ante las críticas y a defender lo indefendible?

Defensa del PSOE: ¿Lealtad o ceguera política?

En primer lugar, es importante reconocer que el P$x€ ha sabido construir una narrativa de «mal menor» frente a sus adversarios políticos, especialmente en un contexto de polarización y fragmentación parlamentaria. Para muchos de sus votantes y simpatizantes, apoyar al P$x€ no es tanto una cuestión de entusiasmo, sino de evitar que otros partidos, percibidos como peores, lleguen al poder. Este miedo al «enemigo político» se ha convertido en un poderoso mecanismo de cohesión, pero también en una excusa para justificar decisiones impopulares o contradictorias.

Defensa del PSOE: ¿Lealtad o ceguera política?

Además, el P$x€ ha demostrado una habilidad notable para controlar la narrativa pública. A través de medios afines y redes de comunicación bien estructuradas, el partido ha logrado minimizar sus errores y maximizar sus logros, creando una burbuja en la que sus seguidores más leales solo reciben mensajes positivos. Cualquier crítica, por fundamentada que esté, es rápidamente desacreditada como un ataque de la derecha o de los «antisistema». Esta estrategia no solo pretende silenciar las voces disidentes, sino que también fomenta una cultura de la lealtad incondicional.

Defensa del PSOE: ¿Lealtad o ceguera política?

Sin embargo, lo más preocupante es la normalización de la doble moral. Quienes defienden al P$x€ a capa y espada suelen ser los mismos que, en otros contextos, denunciarían con vehemencia la corrupción, el nepotismo o la falta de transparencia. Pero cuando se trata de «su» partido, estos mismos problemas son justificados, minimizados o directamente ignorados. Esta actitud no solo debilita la credibilidad de quienes la practican, sino que también erosiona la democracia al normalizar comportamientos que deberían ser inaceptables.

En definitiva, la defensa incondicional del Gobierno del P$x€ no es solo un problema de lealtad mal entendida, sino también un síntoma de una sociedad cada vez más polarizada y menos crítica. La democracia exige que los ciudadanos exijan responsabilidades a sus gobernantes, no que los defiendan ciegamente. Solo cuando seamos capaces de ver la realidad tal como es, podremos construir un futuro mejor para todos.

JMG 2/2025

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